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Publicado hoy 11 de mayo del 2022
"el Periódico de Aragón"
No nos gusta como visten, con quien van, no estudian lo suficiente, llegan tarde a casa... Quizás
la vestimenta no importe tanto, quizás sus amistades sean las que son y debamos aceptarlas,
igual estudian porque les obligan, o, a lo mejor, tenemos que alargar un poco los horarios.
Seguramente si no les gusta estudiar, no les seguirá gustando; pero con un poco de suerte quizás
en un futuro, les llegue a encantar y saquen una buena carrera si se lo proponen. Porque el
hacerlo obligados de pequeños pudiéndolo hacer de mayores por gusto. Si, unas bases lo
fundamental. Es difícil encontrar algo apasionante hoy en día... lo apasionante para ellos es
vivir la vida en ese preciso instante. Seguramente encontrarán un trabajo o un medio de vida
que les agrade y reconforte su nivel económico, pero a su tiempo, al de ellos. Los dieciséis,
diecisiete años... es una edad muy mala, donde las cosas muchas veces aún no se tienen claras.
Si encima se echan novio o novia... será el fin de sus estudios y el principio de sus sueños...
Probablemente, ya se darán cuenta. No les llevemos la contraria. Todo dependerá como
amueblen su cabecica desde un principio, en eso, los padres, tenemos una gran responsabilidad.
La educación, los valores que les inculquemos desde pequeños; será un poso que les quedará
para siempre. A nivel padre madre, creo, debemos intentar hablar con ellos, tranquilizarnos,
dejar que hablen, escucharles, que digan lo que realmente quieren hacer si es que lo tienen
claro. No tenemos que enfadarnos, ni ponernos a gritarles y empezar a despotricar contra ellos
por algo que digan que no entre en nuestros planes. Son de ellos, no de nosotros; aunque sigan
conviviendo en casa. Debemos darles libertad, dentro de unos límites a su edad; que sientan
que estamos cerca, pero sin agobiar; sobre todo, que no nos cojan miedo, éste puede hacer
estragos. No enfadarnos a la primera de cambio por algo que no nos cuadre. Intentemos
entenderlos y ayudarles en lo que podamos. Son nuestros hijos y ahora... cada vez los
problemas se les hacen más grandes y pende de ellos un hilo. Construyámoslo fuerte, a su lado
cada día, para que, si alguna vez tiran demasiado fuerte, tengamos la seguridad de que estarán
a salvo. Para lo que nosotros no es nada, para ellos es todo un mundo. Con una conversación
de tú a tú, puede que podamos evitar algo tan fatídico como lo que está sucediendo hoy en día
tan a menudo entre la juventud. Nosotros también fuimos jóvenes, aunque también fueron otros
tiempos. Pensemos en esos nuestros años para poder comprender los de nuestros hijos. Ellos
son nuestro futuro.
Nuria Marruedo López
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