Nosotros también fuimos adolescentes

Publicado hoy en el Heraldo de Aragón

Cartas al Director





Todos fuimos adolescentes. Ahora, muchos somos padres. No nos gusta como visten, con quien van, no estudian lo suficiente, llegan tarde a casa... Quizás la vestimenta no importe tanto, quizás sus amistades sean las que son y debamos aceptarlas, igual estudian porque les obligan o a lo mejor tenemos que alargar los horarios. Seguramente, si no les gusta estudiar, seguirá sin gustarles; pero con un poco de suerte en un futuro les llegue a encantar y saquen una buena carrera si se lo proponen. ¿Porqué hacerlo obligados desde pequeños pudiéndolo hacer de mayores por gusto? Unas bases lo fundamental. Es difícil encontrar algo apasionante hoy en día... lo apasionante para ellos es vivir la vida en ese preciso instante. Seguramente encontrarán un trabajo o un medio de vida que les agrade y reconforte su nivel económico, pero a su tiempo, al de ellos. Los dieciséis, diecisiete... es una edad muy mala, donde las cosas muchas veces aún no se tienen claras. Si se echan novio o novia... será el fin de sus estudios y el principio de sus sueños... Probablemente, ya se darán cuenta de lo que perdieron si así lo hicieron. No les llevemos la contraria. Están en un momento en el que más vale ceder un poco y no que cuando nos demos cuenta sea ya demasiado tarde. Todo dependerá de como amueblen su cabecica desde un principio; en eso, los padres tenemos una gran responsabilidad. La educación, los valores que se les inculquen serán un poso para siempre. A nivel padre madre, debemos intentar hablar con ellos, tranquilizarnos, dejar que hablen, escucharlos, que digan lo que realmente quieren hacer. No tenemos que enfadarnos a la primera y empezar a despotricar contra ellos por algo que digan que no entren en nuestros planes. Son de ellos, no de nosotros; aunque sigan en casa. Debemos darles libertad, dentro de unos límites a su edad; que sientan que estamos cerca, pero sin agobiar. Intentemos entenderlos y ayudarles en lo que podamos. Son nuestros hijos y los problemas se les hacen cada vez más grandes y pende de ellos un hilo. Construyámoslo fuerte, a su lado cada día, para que, si alguna vez tiran demasiado fuerte, tengamos la seguridad de que estarán a salvo. Lo que para nosotros no es nada, para ellos es todo un mundo. Nosotros también fuimos jóvenes.
Nuria Marruedo López
Zaragoza



 

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