CARTAS A... "MI HERMANA"

 

Estoy viendo aquellos dibujos que veías en la tele a los cuales yo nunca les hacía caso... hoy, ahora, al reírme y causarme gracia el verlos con Loleta antes de irse al colegio, por esa casualidad de la vida... me he acordado de ti hermana, me has venido a la mente con esa risa tuya y expresión tan particular en tu rostro. Te he visto, te he sentido como si te hubiese tenido al lado. Las cosas tan graciosas que decían, esas que yo mientras estaba contigo nunca lograba entender, quizás porque no les ponía demasiada atención, quizás por el poco tiempo que siempre me comía y en corría...  han hecho que tu sonrisa se dibujara en mi mente... entonces he escuchado ese reír como lo hacías antes, como cuando los veías frente al televisor y te partías de risa, y yo, yo; tan solo me reía por como sentía la risa que causaba en ti. Todas esas mañanas atrapadas en él, son las que te podían alegrar la eternidad en esos tus días, los que tantas veces pasabas junto a él, en tu habitación, en ese dormitorio en el cual tus noches y días eran prácticamente iguales; ese estar continuo con tus dolencias, quejas y pesares de tu maltrecho cuerpo, ese que no hacía más que darte dolores; esa que rezumaba tanto olor a ti... ese olor tan poco común y que tan solo te pertenecía y caracterizaba tu ambiente. Un olor mezclado entre ese desagradable a tabaco imposible de quitar, junto a perfumes y tantos medicamentos que tomabas y otros tantos tenías esparcidos por tus cajones... ese, el indiscutible olor tuyo aún permanece en ella después de cuatro años de tu no tan repentina marcha; pues un día u otro tenía que ser esperada. 

Tú, Ester, mi hermana, mi querida y casi olvidada hermana. Me alegra hoy tu recuerdo en mí, pues tu sonrisa me ha alegrado la mañana. He sentido que tus días los pasaste feliz, a tu manera. Una mente un poco retorcida tenías, difícil de comprender, pero... eras tú, tan solo tu y tus circunstancias. Lástima de tus seguidas enfermedades, lástima. Te corroyeron por fuera y por dentro. ¡Qué sufrimiento pasamos juntas las tres hermanas! Eras eso, nuestra hermana, a la cual atendimos y cuidamos según tú nos dejabas y querías te cuidáramos. No pudimos hacer más pues no nos dejabas hacer. Eras in corregible, siempre lidiando contigo, con tus malas entendederas incapaz de entender. 

Nadie elegimos nuestro destino; parece que ya lo tengamos marcado en dirección a un camino, pero... este lo vamos haciendo nosotros con nuestras decisiones en él. Le ayudamos y según la dirección que tomemos... nos sucederán unas, u otras cosas. Tú, hermana, elegiste el tuyo igual que yo el mío. Lo que sí, la vida nos puso el camino juntas, unidas a la par. Ya siento todo el mal o daño que te pude causar en aquel tiempo; en ese en el que no piensas y haces las cosas al tun tun, o porque te dejas llevar por la inocencia de la edad. A veces puede ser bueno, otras pueden llegar a ser tu perdición. Te pasaron cosas que no te debieron pasar, gente con la que no te debiste juntar, amigos que creyendo amigos te olvidaron, sin más, o se aprovecharon de ti. Mala la ingenuidad y el no saber de la no experiencia vivida. 

No sé el porqué de un pensamiento divertido y alegre, he pasado a otro de repente tan lleno de pena y tristeza. 

Son las cosas que tiene la vida. 

Creo que tu vida fue feliz, que en ella pudiste disfrutar de todo lo bueno que te regaló, aunque ya a mitad de ella tan solo te diera enfermedades. Tú le ayudaste hermana, sin ella aún podrías estar entre nosotras. 

Siempre te quisimos Esther, pero tu carácter y tu poco entender, nos podía. En algún momento te sentirías poco querida por tus hermanas, pero no, no era así, como no lo sigue siendo ahora. Te queremos hermana, a pesar de tu ausencia. 

Nuria Marruedo López

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