RECUERDOS DE UNA DOCENTE
Recuerdos de una docente
Empiezo a contar mi historia porque veo se me acaba el tiempo. Ese que es efímero y en su mayor dolor, cuando crees llegó a su término, te das cuenta y piensas en todo lo transcurrido. Estás sentada, ante tu pasado, ves a través de su mirilla; esa que a veces se agranda y otras al ojo se escapa. Enseñé mis creencias, o quizás esas que a mí un día también me enseñaron en mi niñez. Por supuesto todas las materias obligadas para cuando uno llegue a la adolescencia puedan tener conocimientos básicos aprendidos o regalados. Fui maestra de niños y a mi edad adulta, aprendiz de una vida de cuentos; instructora de adultos y ahora a la llegada en mi edad avanzada, me doy cuenta y me pregunto, si en el tiempo mientras duró mi docencia fui realmente feliz con lo que hubo. Siete días, con sus siete noches, multiplicadas por sus letras, sus números, historias y sus muchas noches sin sueño; tan dedicadas a lecciones de libros... y de sueños. Esos que fueron rotos y algunos hechos realidad. Escritos y palabras convertidas en poesía y versos deshechos en trechos, esos que caminaba cada día y componía de aquí a mi colegio. Caminatas alegres en silencio y vueltas acompañada de risas; esas que mis niños, aunque no míos, hacían brotasen en mi eterno semblante. Todo tiene su recompensa, la mía ha sido esta, la de llegar pasados los años a poderlo contar; con mucha alegría y alguna pena por no poder entre mis libros y alumnos volverme a encontrar. Mis recuerdos, mis queridos estudiantes y colegas de entonces, lo más preciado; aunque alguno se haya perdido sin pestañear por este largo o corto caminar de la vida; según se mire o se piense, depende del prisma con que uno lo contemple. El sentido de lo aprendido y lo vivido, será realmente de mis alumnos, esos que en su futuro habrán sabido si lo que aprendieron fue en realidad un fruto podrido o quizás un fruto maduro, dulce y exquisito. Llegará la temporada de su cosecha; será en verdad cuando en dicha recolecta saboreen de su máximo esplendor; entonces, quizás entonces... recuerden a aquella profesora, que siempre cuando sentada en su gran mesa... los miraba por encima de sus gafas redondeadas. Quizás entonces, recordarán mi nombre. Un sueño lejano, una realidad cercana. Nunca se sabe lo ajeno si ni si quiera se sabe lo de uno. Lo que sí sé, es que fui feliz durante todos aquellos años de maestra de niños, en mi colegio. Aún no he contado de mis enseñanzas; tan solo un breve resumen de un largo pasado.
#MaestrosInolvidables.
No se porqué este relato me ha hecho recordar a aquella maestra del colegio , un tanto estrafalaria,despistada y algo mayor,que intentaba inculcarnos el amor y disfrute de la literatura.
ResponderEliminarY a una amiga de la familia, soltera y que con cariño recordaba a sus antiguos alumnos como "mis chicos"
Siempre es bonito hacer rememorar buenos recuerdos en las mentes de las personas ; sean conocidas o n. Agrada y reconforta.
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